EMERGE UN NUEVO PROGRESISMO EN CHILE?

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Del resultado de las elecciones a Convencionales Constituyentes donde el PC, el Frente Amplio y La Lista del Pueblo fueron apoyados por gran parte de la población, podemos inferir un futuro gobierno centroizquierdista con perfil populista como los de Argentina, o los que hubo en Bolivia, Brasil y Ecuador. En consecuencia podemos esperar una repetición de políticas económicas de perfil “nacional-popular” que han sido las que han direccionado a estos gobiernos y que han tenido teóricos que han escrito y defendido estas posiciones.

En esta oportunidad les acercamos un artículo de Rolando Astarita que refuta la idea del consumismo, como salida para la crisis capitalista, vigente en el gobierno argentino de los Fernandez.

ROLANDO ASTARITA

Contenido político del subconsumismo, la crítica de Bleaney

En notas anteriores analizamos la tesis del subconsumo a la luz de la teoría de Marx de la acumulación. En esta entrada presento algunas reflexiones sobre su contenido político, inspiradas en Teorías de las crisis, de Michael Bleaney.

El contenido fundamental del subconsumismo es el mensaje de conciliación con el modo de producción capitalista. Su propuesta es: “si los capitalistas otorgan salarios más elevados, aumenta la demanda; lo que da lugar a mayores ganancias; que permiten mejorar los salarios para que haya renovados incrementos de la demanda y las ganancias”. Si, además, el capital es “nacional y popular”, llegamos al paraíso del conciliacionismo patriótico.

Se trata de un discurso característico de la dirigencia y el activismo burgués y pequeñoburgués, de sindicalistas adaptados al sistema y de los “amigos del pueblo” de todos los colores. Naturalmente, en ese enfoque desaparece la contradicción entre el capital y el trabajo. Por eso, y con razón, Bleaney dice que “las teorías subconsumistas están en estrecha relación con la ideología dominante, aunque los autores subconsusmistas generalmente se consideran a sí mismos como adalides en el campo del radicalismo teórico. Las teorías subconsumistas en ningún momento suministraron una crítica completa de la ideología dominante, ni definieron su posición en relación a ella… A pesar de su carácter eminentemente crítico, en el sentido político, y de que desafiaron algunos dogmas importantes de la ortodoxia, las concepciones teóricas fundamentales no representan un rompimiento con ella” (pp. 272-3). Más abajo agrega que “debido a que destacan un solo factor [la insuficiencia de la demanda asociada al consumo] las teorías subconsumistas tienden a alejarse de una crítica más profunda de las concepciones ortodoxas” (p. 274).

También: “las teorías del subconsumo no desafían de manera directa a la concepción predominante: la que sostiene que existe una armonía interna de la producción capitalista. La atención en un solo defecto sirve mucho como una alternativa a la crítica fundamental de la concepción armoniosa, y en la práctica tiende a desviar la atención de ella” (p. 275).

Por otra parte, y en un sentido más amplio, señalamos que el subconsumismo invierte la relación que existe entre producción y consumo. Es que en la vida real lo determinante es la producción que produce “el objeto de consumo, el modo de consumo y el impulso al consumo” (Marx, “Introducción” a la Crítica de la Economía Política). Pero reconocer esto invita a indagar en las relaciones sociales de producción que determinan qué y cómo se produce, y quiénes ganan a costas de los que trabajan. En el enfoque subconsumista, en cambio, “son las decisiones de los consumidores las que determinan el flujo de capital. Los consumidores son los representantes vivos de las necesidades humanas. (…) son los consumidores quienes deben finalmente determinar qué es lucrativo producir…. Así esta concepción tiende a inducir una exaltación del consumo actual sobre la inversión como factor básico que determina el curso de la economía, debido a que los consumidores deben aparecer como los gobernantes reales” (p. 278).

Por eso, un rasgo característico del subconsumismo es su énfasis en que la inversión se deriva del consumo. Recordemos, por ejemplo, a esos apologistas del kirchnerismo que sostuvieron, -sesudo paper mediante- que en los 2000 Argentina había entrado en la etapa de mayor desarrollo económico de su historia, de la mano del consumo (véase aquí, aquí).Verdaderos profetas del dogma “el consumo conduce”, ocultaban que el consumo de las masas trabajadoras está condicionado a la repetición del ciclo del capital, esto es, a la compra de medios de producción y fuerza de trabajo para valorizar el capital. Pero por esto mismo, también disimulaban el hecho de que es imposible estar de los dos lados del mostrador. No se puede ser ministro, funcionario o economista del capital y “del pueblo trabajador” al mismo tiempo.

Por último, la idea de que “el desarrollo económico depende del consumo” es funcional a la ideología que disimula el control estatal-burocrático de las masas -condenadas por este sistema a la desocupación y el hambre-, vía administración de las magras raciones de supervivencia (para una crítica véase aquí). Es difícil exagerar la importancia de estas cuestiones para la crítica a la ideología nacional burguesa y nacional estatista que predomina en el activismo obrero y popular. 

Por Rolando Astarita Blog

Laburantes.org

25/5/21


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